--NO MEZQUITAS--

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-AL LADO DE LA ZONA CERO-

April 05, 2009

-RESPUESTA DE ILIANA CURRA A OSCAR PEÑA SOBRE " LA DECLARACION DE LA JUNTA AMPLIADA DEL COMITE CUBANO PRO DERECHOS HUMANOS "


Oscar: Mi email cambió hace un tiempo, así que me re-enviaron esto tuyo. Quería responderte por qué no apoyo el Diálogo Nacional para dejar "establecida mi permanente posición" al respecto.
PRIMERO: No dialogo con sordos, mucho menos cuando esos sordos son criminales que han masacrado a mi pueblo, y todavía lo siguen haciendo. No encuentro motivos para creer que algo ha cambiado.
SEGUNDO: Tampoco apoyo proyectos que implican convivencia con ese mismo régimen que sigue atropellando todos los derechos de los cubanos, tanto a los de adentro, como a los de afuera. Es mi derecho, del mismo modo que no apoyo a presuntos disidentes que sé muy bien que le hacen el juego al régimen, como mínimo.
TERCERO: Convencida estoy que no es el sistema quien "convierte a sus dirigentes, funcionarios y pueblo general en siervos y esclavos": son ellos mismos quienes se someten por terror, por complacencia o porque se sienten plenamente identificados con esa mafia gubernalmental.
CUARTO: Las comparaciones con Fulgencio Batista no me interesa. No había nacido cuando estaba en el poder. Es historia antigua. Me tocó vivir la de ahora y sí que la conozco muy bien.
QUINTO: No tengo que demostrarle al mundo, ni a nadie, que Cuba es una tiranía nefasta, criminal y asquerosa, intentando conversaciones absurdas que sabemos de antemano ya se han intentado en otras ocasiones, recibiendo las patadas propias de ese régimen que lo único que le importa es, perpetuarse en el poder a base de represión. El que no lo entienda a estas alturas, está muy mal.
SEXTO: No tengo por qué explicarle al mundo que la oposición desea libertad, eso es harto difundido y a nadie le importa, del mismo modo que a nadie le importó el Holocausto en el momento en que estaba pasando.
SEPTIMO: No me considero ni plattista, ni mercenaria, ni nacionalista extrema. Soy cubana y quiero que mi Cuba sea libre de verdad, no con preparados proyectos que, a la larga, la dejarán con los mismos asesinos en el poder que se han robado el patrimonio nacional y ahora son multimillonarios. Es decir: capitalistas-comunistas, en una aleación muy creativa, pero igualmente llena de vicios, crímenes y corrupción. Eso no es lo que quiero para Cuba.
OCTAVO: El General Raúl Castro, llámese mejor el criminal Raúl Castro, nunca ha tenido palabra, a no ser para dar la orden de fusilamiento.
NOVENO: No apareceré jamás "manchada en la historia" porque siempre he hecho lo que entiendo debí hacer en su momento. Es la historia quien ya está más que manchada con el caso cubano, siendo cómplice de esa dictadura y, sobre todo, dejándolo pasar como si fuera normal que existiera algo tan cruel, tan cobarde y tan bajo como ese régimen.
DECIMO: Y por último, para decirlo cubanamente y de la forma más irrelevante que puedo hablar y escribir: no me da la real gana de apoyar un Diálogo Nacional, y me cago soberanamente en muchos de los nombres que aparecen firmando este documento.

2 comments:

Patriuska Soloviev said...

El verdadero problema de las personas vanidosas, es que presumen (no sabemos muy bien por qué) que su indignación alcanzan el orden del universo, que sus juicios sumarios sentencian de por sí, inapelablemente y establecen de un modo inapelable la línea divisoria entre el bien y el mal. Esta idea es la que me ha asaltado inconscientemente cuando he leído la vacua carta de la señora Curra.
A la señora Ileana su irreconciliable dignidad y un dolor personal que nadie puede o sabe controlar, le impiden analizar fría y objetivamente, cosa que, conociendo sus circunstancias biográficas, se puede entender, se puede compadecer, pero, al menos desde mi punto de vista, no se puede compartir. ¿Y por qué digo esto? Bien, porque si algo nos enseña la historia es el amargo coste de las transiciones inter sistémicas, esto es, el paso de un régimen político a otro diferente. Obsérvese los casos de España, Chile, o la Unión Soviética. Si analizamos la actual calidad democrática de éstas tres naciones, veremos cómo altísima la del caso hispano, en franca profundización la del caso chileno, y muy deficitaria la rusa. Los tres estados partían de regímenes políticos autoritarios, unos de derecha (fascismo) el otro de izquierda (comunismo) y a través de una serie de reformas institucionales, estructurales, económicas, sociales y hasta culturales, pretendían dar el salto hacia el parlamentarismo democrático. ¿Y cuál era el precio a pagar para lograr semejante recompensa? La convivencia institucional entre los verdugos del pasado y sus víctimas bajo un nuevo espíritu integrador, injusto probablemente, pero el único posible para dejar atrás etapas nefastas para sus respectivas historias nacionales.
Con todo esto, lo que quiero decir es lo siguiente: en un mundo perfecto, la injusticia no existiría. Sin embargo, la injusticia existe, luego este mundo no es perfecto. En un mundo bueno, la justicia castigaría cada crimen adecuadamente, evitando dejar los abusos impunes. Todos sabemos que el crimen queda impune en numerosos casos, por lo que hemos de reconocer que la justicia en nuestro mundo, es muy frágil. De modo que quien pretenda hacer de nuestro planeta o de nuestra nación un lugar más justo no puede caer en la ilusión de las soluciones absolutas, los juicios absolutos, los blancos y negros absolutos…, porque eso solo existe en las fábulas infantiles.
Se dice que la política es el arte de lo posible. Yo diría más: la política debería ser el arte de hacer posible y en la mejor medida que esté a nuestro alcance, la convivencia social y un grado de justicia que permita el desarrollo personal de los ciudadanos. Esto dista mucho no ya sólo de las utopías, sino también de las concepciones reduccionistas que, basadas en la indignación personal, consideran que el juicio ético tiene algún tipo de alcance o poder político. Este es un mundo sucio, y para limpiarlo hay que remangarse el pantalón y hundirse pero bien hundido en la mierda. Aquellos que prefieran mantenerse en su púlpito de dignidad e indignación, podrán gozar de una admirada posición de referencia ética, pero nunca formarán parte de los procesos políticos necesarios para la reforma de nuestro país.
En España, país en el que actualmente resido, la democracia sólo pudo llegar cuando se dieron una serie de elementos que paso a describir a continuación:
a) Un desarrollo económico tal que el corsé institucional autoritario del franquismo impedía el total desarrollo y desenvolvimiento económico de la nueva burguesía española. Nuestro país, por el contrario, está en mantillas en dicha materia.
b) Una oposición que, partiendo incluso de postulados autoritarios comunistas en algunos casos, llegó a la concepción clara de que no se podía a una nueva guerra civil para superar el franquismo; tampoco a una intervención exterior para derrocarlo; mucho menos a pretender condenar a todos los elementos (individuos)del franquismo, puesto que esto empujaría a las autoridades gobernantes a replegarse y unirse entre ellas, lo que solo endurecería las circunstancias y haría inviable la esperanza de un cambio político.
c) Individuos dentro del franquismo que llegaron a la conclusión de que éste estaba agotado, y que por tanto, la única alternativa era una transición hacia las formas democráticas en lo político.
Esto es un análisis muy resumido por lo limitado del formato en que tengo que expresarme, pero viene a reflejar bastante bien los elementos, que fueron el caldo de cultivo de la Transición Española. Gracias a ella y en un período de tiempo cortísimo, España pasó de una dictadura decadente que, a día de hoy es ejemplar. Y sin embargo los abusos de las autoridades franquistas, así como las responsabilidades penales de políticos que hoy siguen ejerciendo como tales y que en su día fueron franquistas orgullosos, siguen en el limbo de la impunidad.
¿Cómo puede ser esto?¿ Acaso en España se da una falsa democracia?
Simplemente se hizo lo único que podía hacerse en aquel momento, para la llegada de la democracia a la nación hispana. Desde luego, dista mucho de ser lo idílico, lo idóneo, lo perfecto. Y sin embargo, los españoles, incluso aquellos que vivieron y padecieron el franquismo ( incluido los que padecieron cárcel) se sienten orgullosos de su democracia y están llegando a un punto de madurez histórica tal que ya se sienten capacitados para mirar objetivamente su pasado y enjuiciarlo, sin descartar la responsabilidades penales de algunos individuos. Porque para todo llega su momento, pero hay que saber esperarlo y trabajar su llegada.
Retomando el tema de los tres países y ya habiendo hecho referencia a España, el caso chileno es por todos conocidos y tampoco es un ejemplo de perfección ética, ni de depuración de responsabilidades históricas. Pero ellos ya tienen su democracia y nosotros sólo tenemos a un montón de cantamañanas que, haciendo gala de su indignación de opositores, pretenden pasar por encima de la experiencia histórica, llegando a creer que puede hacerse no sé muy bien qué tipo de cambio político inédito hasta el día de hoy en la experiencia humana. Lo importante es que no se dé un falso cambio como el de la Unión Soviética, dónde los tiranos burocráticos del pasado son los tiranos económicos y gubernamentales del presente. Es decir, lo relevante es hacer las cosas bien, poner los pilares de una buena y sana democracia. Los juicios históricos ya llegarán después.
Y una última reflexión en torno a la referencia que Ileana ha hecho sobre el holocausto. Éste es un terrible genocidio llevado a cabo por las autoridades nazis elegidas democráticamente por el pueblo alemán. A día de hoy, la vergüenza histórica, la culpabilidad, y el carácter colectivo del terrible hecho es algo tan asumido por el pueblo alemán, que la gran mayoría asume como responsabilidad del conjunto de los alemanes de aquel momento, la barbarie que se dio. No he oído aún en nuestro país ni entre la diáspora que los cubanos somos responsables de la llegada del castrismo, de su desenvolvimiento, de no haber sido capaces de arrojarlos del poder y de otro montón de cosas que todos sabemos. Cuando todos nos sepamos culpables en mayor o menor medida, no nos sentiremos tan dignos, impolutos e irreprochables como Ileana, estaremos dispuestos a ensuciarnos en la búsqueda de una solución (incluso pactando con el adversario) y, actuando así en el mundo de lo posible y no en el de los ilusos, tal vez podamos entregarle a nuestros hijos, una Cuba mejor que la que recogimos.
Por cierto, muy interesante lo de “no saber ni querer saber sobre batista”. Es uno de los problemas cubanos: no conocemos nuestra historia ni la ajena; no sabemos de casi nada pero pretendemos solucionarlo todo de una sola vez. Somos soberbios pero incapaces. De ahí, nuestra esterilidad.
De todos modos, es difícil que algún día el sector moderado del castrismo pueda acordar algo con la oposición cuando ésta está dividida, sorda entre sí, incapaz de llegar a acuerdos internos, enemiga del consenso a todas luces, demagógica en su discurso y tan inmadura que no puede liderar ninguna transición política. Nos esperan muchas décadas de la misma mierda. Y hoy he leído un extracto de otro detritus. Qué pena y qué vergüenza.

Patriuska Soloviev said...

El verdadero problema de las personas vanidosas, es que presumen (no sabemos muy bien por qué) que su indignación alcanzan el orden del universo, que sus juicios sumarios sentencian de por sí, inapelablemente y establecen de un modo inapelable la línea divisoria entre el bien y el mal. Esta idea es la que me ha asaltado inconscientemente cuando he leído la vacua carta de la señora Curra.
A la señora Ileana su irreconciliable dignidad y un dolor personal que nadie puede o sabe controlar, le impiden analizar fría y objetivamente, cosa que, conociendo sus circunstancias biográficas, se puede entender, se puede compadecer, pero, al menos desde mi punto de vista, no se puede compartir. ¿Y por qué digo esto? Bien, porque si algo nos enseña la historia es el amargo coste de las transiciones inter sistémicas, esto es, el paso de un régimen político a otro diferente. Obsérvese los casos de España, Chile, o la Unión Soviética. Si analizamos la actual calidad democrática de éstas tres naciones, veremos cómo altísima la del caso hispano, en franca profundización la del caso chileno, y muy deficitaria la rusa. Los tres estados partían de regímenes políticos autoritarios, unos de derecha (fascismo) el otro de izquierda (comunismo) y a través de una serie de reformas institucionales, estructurales, económicas, sociales y hasta culturales, pretendían dar el salto hacia el parlamentarismo democrático. ¿Y cuál era el precio a pagar para lograr semejante recompensa? La convivencia institucional entre los verdugos del pasado y sus víctimas bajo un nuevo espíritu integrador, injusto probablemente, pero el único posible para dejar atrás etapas nefastas para sus respectivas historias nacionales.
Con todo esto, lo que quiero decir es lo siguiente: en un mundo perfecto, la injusticia no existiría. Sin embargo, la injusticia existe, luego este mundo no es perfecto. En un mundo bueno, la justicia castigaría cada crimen adecuadamente, evitando dejar los abusos impunes. Todos sabemos que el crimen queda impune en numerosos casos, por lo que hemos de reconocer que la justicia en nuestro mundo, es muy frágil. De modo que quien pretenda hacer de nuestro planeta o de nuestra nación un lugar más justo no puede caer en la ilusión de las soluciones absolutas, los juicios absolutos, los blancos y negros absolutos…, porque eso solo existe en las fábulas infantiles.
Se dice que la política es el arte de lo posible. Yo diría más: la política debería ser el arte de hacer posible y en la mejor medida que esté a nuestro alcance, la convivencia social y un grado de justicia que permita el desarrollo personal de los ciudadanos. Esto dista mucho no ya sólo de las utopías, sino también de las concepciones reduccionistas que, basadas en la indignación personal, consideran que el juicio ético tiene algún tipo de alcance o poder político. Este es un mundo sucio, y para limpiarlo hay que remangarse el pantalón y hundirse pero bien hundido en la mierda. Aquellos que prefieran mantenerse en su púlpito de dignidad e indignación, podrán gozar de una admirada posición de referencia ética, pero nunca formarán parte de los procesos políticos necesarios para la reforma de nuestro país.
En España, país en el que actualmente resido, la democracia sólo pudo llegar cuando se dieron una serie de elementos que paso a describir a continuación:
a) Un desarrollo económico tal que el corsé institucional autoritario del franquismo impedía el total desarrollo y desenvolvimiento económico de la nueva burguesía española. Nuestro país, por el contrario, está en mantillas en dicha materia.
b) Una oposición que, partiendo incluso de postulados autoritarios comunistas en algunos casos, llegó a la concepción clara de que no se podía a una nueva guerra civil para superar el franquismo; tampoco a una intervención exterior para derrocarlo; mucho menos a pretender condenar a todos los elementos (individuos)del franquismo, puesto que esto empujaría a las autoridades gobernantes a replegarse y unirse entre ellas, lo que solo endurecería las circunstancias y haría inviable la esperanza de un cambio político.
c) Individuos dentro del franquismo que llegaron a la conclusión de que éste estaba agotado, y que por tanto, la única alternativa era una transición hacia las formas democráticas en lo político.
Esto es un análisis muy resumido por lo limitado del formato en que tengo que expresarme, pero viene a reflejar bastante bien los elementos, que fueron el caldo de cultivo de la Transición Española. Gracias a ella y en un período de tiempo cortísimo, España pasó de una dictadura decadente que, a día de hoy es ejemplar. Y sin embargo los abusos de las autoridades franquistas, así como las responsabilidades penales de políticos que hoy siguen ejerciendo como tales y que en su día fueron franquistas orgullosos, siguen en el limbo de la impunidad.
¿Cómo puede ser esto?¿ Acaso en España se da una falsa democracia?
Simplemente se hizo lo único que podía hacerse en aquel momento, para la llegada de la democracia a la nación hispana. Desde luego, dista mucho de ser lo idílico, lo idóneo, lo perfecto. Y sin embargo, los españoles, incluso aquellos que vivieron y padecieron el franquismo ( incluido los que padecieron cárcel) se sienten orgullosos de su democracia y están llegando a un punto de madurez histórica tal que ya se sienten capacitados para mirar objetivamente su pasado y enjuiciarlo, sin descartar la responsabilidades penales de algunos individuos. Porque para todo llega su momento, pero hay que saber esperarlo y trabajar su llegada.
Retomando el tema de los tres países y ya habiendo hecho referencia a España, el caso chileno es por todos conocidos y tampoco es un ejemplo de perfección ética, ni de depuración de responsabilidades históricas. Pero ellos ya tienen su democracia y nosotros sólo tenemos a un montón de cantamañanas que, haciendo gala de su indignación de opositores, pretenden pasar por encima de la experiencia histórica, llegando a creer que puede hacerse no sé muy bien qué tipo de cambio político inédito hasta el día de hoy en la experiencia humana. Lo importante es que no se dé un falso cambio como el de la Unión Soviética, dónde los tiranos burocráticos del pasado son los tiranos económicos y gubernamentales del presente. Es decir, lo relevante es hacer las cosas bien, poner los pilares de una buena y sana democracia. Los juicios históricos ya llegarán después.
Y una última reflexión en torno a la referencia que Ileana ha hecho sobre el holocausto. Éste es un terrible genocidio llevado a cabo por las autoridades nazis elegidas democráticamente por el pueblo alemán. A día de hoy, la vergüenza histórica, la culpabilidad, y el carácter colectivo del terrible hecho es algo tan asumido por el pueblo alemán, que la gran mayoría asume como responsabilidad del conjunto de los alemanes de aquel momento, la barbarie que se dio. No he oído aún en nuestro país ni entre la diáspora que los cubanos somos responsables de la llegada del castrismo, de su desenvolvimiento, de no haber sido capaces de arrojarlos del poder y de otro montón de cosas que todos sabemos. Cuando todos nos sepamos culpables en mayor o menor medida, no nos sentiremos tan dignos, impolutos e irreprochables como Ileana, estaremos dispuestos a ensuciarnos en la búsqueda de una solución (incluso pactando con el adversario) y, actuando así en el mundo de lo posible y no en el de los ilusos, tal vez podamos entregarle a nuestros hijos, una Cuba mejor que la que recogimos.
Por cierto, muy interesante lo de “no saber ni querer saber sobre batista”. Es uno de los problemas cubanos: no conocemos nuestra historia ni la ajena; no sabemos de casi nada pero pretendemos solucionarlo todo de una sola vez. Somos soberbios pero incapaces. De ahí, nuestra esterilidad.
De todos modos, es difícil que algún día el sector moderado del castrismo pueda acordar algo con la oposición cuando ésta está dividida, sorda entre sí, incapaz de llegar a acuerdos internos, enemiga del consenso a todas luces, demagógica en su discurso y tan inmadura que no puede liderar ninguna transición política. Nos esperan muchas décadas de la misma mierda. Y hoy he leído un extracto de otro detritus. Qué pena y qué vergüenza.

April 29, 2009 7:55 AM