"A MI AMIGO PEPÍN". Por Iliana Curra.
26-03-2009
Decirte adiós sería demasiado. Es muy difícil para mí reconocer que te has ido. Te sigo recordando como siempre. Como el amigo que conocí al llegar de Cuba que, junto a tu esposa, siempre hablabas con esa pasión sobre esa patria que tuviste que dejar atrás.
Como el médico que en tantas ocasiones atendió a mi hijo, incluso, aún sin tener el seguro médico vigente. Jamás olvidaré tu gesto una vez que lo llevé a tu casa, ibas a salir de paseo con tu esposa, pero esperaste mi llegada con mi hijo enfermo para atenderlo como tremendo médico que eres, pero por encima de todo, como el ser humano extraordinario que hasta los medicamentos habías separado para curarlo. Ninguna madre olvidaría algo así.
Las veces que nos encontramos en eventos relacionados con el tema cubano, siempre permanente en tus conversaciones y preocupaciones por aquellos que en Cuba carecen de la atención médica adecuada, por los presos políticos, por los opositores dignos y por esa libertad que tanto demora.
No, que va, no pudiera decirte adiós jamás. Cada vez que se me haga camino y pase por el Hospital de Hialeah, te iré a saludar y a decirte que mi hijo está de lo mejor, gracias a Dios y esa atención que siempre le has dado.
Mi querido amigo Pepín, el Doctor José Carro, el cubano que trabajó fuerte y estudió sin cesar para seguir en su carrera que tanto ama, tan fuerte como a Cuba.
Jamás te diré adiós. Las personas como tú nunca abandonan su puesto, siguen ahí, permanentemente, vigilando la salud de sus pacientes, el dolor de sus hermanos en Cuba, y manteniendo la amistad con todos aquellos que a tu alrededor le brindas afecto.
Es por eso que no me despido. No quiero. Me resisto a pensar que te has ido antes de que Cuba fuera libre. Me aferro a creer que te tomaste un tiempo para irte por ahí, no sé, a alguna parte. Ni siquiera a descansar, porque no eras de ésos. Así que pronto nos veremos en esa Cuba libre por la que tanto has luchado desde tu prominente lugar.
Y allá, en Cuba libre, nos daremos nuevamente un abrazo, como siempre hemos hecho desde que nos conocimos. Porque verás el final de esta lucha y, luego entonces, partirás a ese Cielo que te espera. Será en ese momento que te diga adiós. Ahora no, perdóname. Ahora no puedo.
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